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CULPAR A LA VICTIMA

Eva, La joven madre asesinada por el padre de su hijo.

A raíz del terrible, lamentable y triste crimen de la joven Eva Morera a manos de su expareja, resulta decepcionante e indignante leer en redes sociales diversos comentarios tratando de quitar responsabilidad y culpa sobre el presunto asesino, y poniéndolas en la propia víctima, por haber tenido ella una relación con su victimario en la adolescencia.
De hecho que Eva murió siendo una adolescente de 19 años, dejando huérfano a su hijo de tres años, fruto de esta relación que habría iniciado posiblemente cuando ella tendría cerca de 15 años y su pareja cerca de 20 años. Es decir, es posible que se haya tratado de lo que ahora se denomina legalmente como relación impropia.

En Costa Rica se aprobó en 2017 la ley 9406 sobre relaciones impropias, que prohíbe expresamente las relaciones entre personas menores de edad de entre 13 a 14 años y adultos que tengan cinco o más años de diferencia. Prohíbe también las relaciones de personas menores de edad de entre 15 a 17 años con adultos que les lleven siete o más años. Entonces, si Eva tenía menos de 15 años cuando inició esta relación y su pareja tenía 19 años o más, hubiera sido lo que hoy se reconoce jurídicamente como relación impropia y por tanto ilegal, aunque en ese entonces todavía no se había aprobado esta ley. Esto refleja la gran importancia normativa, preventiva y protectora de la misma, ya que literalmente puede ayudar a salvar vidas.

¿Por qué se prohíben las relaciones impropias? Uno de los avances de esta ley es el reconocer que la persona menor de edad no está en condiciones de consentir una relación de pareja con alguien ya adulto que, por la diferencia de edad, puede más fácilmente establecer una relación de poder y manipulación sobre una persona menor de edad, puesto que se encuentran en diferentes etapas de su desarrollo. Como lo ha evidenciado la investigación neurocognitiva reciente, las personas adolescentes todavía no han logrado una maduración de su corteza prefrontal, que es una región cerebral asociada con la regulación del comportamiento, el razonamiento, la planificación y la toma de decisiones. Pese a estos avances en el plano jurídico y científico, no parece ocurrir lo mismo en la opinión pública, pues muchos comentarios han salido a culpar a Eva por “imprudente”, poniéndola como enteramente responsable de haber tenido una relación de pareja con alguien mayor, que probablemente se aprovechó de la diferencia de edad para conseguir establecerla. Resulta paradójico que nadie cuestione el que las personas menores de edad no puedan votar, pero que sí se les quiera hacer absolutamente responsables por tomar una mala decisión de elección de pareja.

Otras opiniones han salido a culpar al INAMU, al PANI, al sistema penal, o a las drogas, así como a la apariencia del presunto criminal, al hecho de que Eva participó en la marcha de la diversidad, o al que Eva no quisiera una relación con su expareja y esto hubiera herido los sentimientos del ahora asesino. ¿Qué tienen en común todos estos comentarios? Este tipo de opiniones desafortunadas buscan poner la responsabilidad en cualquier lugar, menos en el ejecutor del crimen y el sistema de creencias y actitudes que buscan justificarlo. Culpan a la víctima y a otros actores, pero nunca al victimario ni al hecho de sentirse este con derecho de quitarle la vida a su víctima, como si esta le perteneciera, ni al sistema cultural que promueve este tipo de comportamiento: el patriarcado.

No hay nada que pueda justificar en un Estado de derecho moderno el que una persona asesine intencionalmente a su pareja. Por eso, el patriarcado y la misoginia que alimentan estos horrendos crímenes, son enemigos directos de los principios necesarios para una convivencia civilizada, pues violan los principios de igualdad y no discriminación, en cuya ausencia total nos podríamos convertir en una sociedad de demonios, de la que el crimen de Eva es una dolorosa expresión.

Comentario de : Pablo Chaverri

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